MITOS O LEYENDAS

LEYENDA DE NUESTRA PATRONA LA MORENITA DE LAS ANGUSTIAS

HISTORIA DE LA VIRGEN DE LAS ANGUSTIAS.

A unos cinco kilómetros al oriente de la población de Toledo, existe una fracción llamada Bochagá, primer asiento de la tribu indígena de los Bochagá, y que por estas circunstancias llevó luego el nombre de Pueblo Viejo. Hacia la derecha del camino que hoy conduce a la fracción de Román y lindado con la quebrada llamada Bochagá hay una planada cubierta de pasto y malezas. En el centro de ella existió allá por los años de 1550 un ranchejo o bohío en el que habitaba la indígena de nombre Marí Berbesí y su esposo un buen día la Berbesí bajo a la quebrada a lavar la ropa y algunos cuanto trapos y regresó alarmada al ranchejo, al notar que en uno de estos se reflejaban con claridad las facciones de un rostro de mujer. Llena de asombro y santa fe. Colocó el lienzo sobre una de las paredes de bahareque del bohío, y allí desde esa memorable y dichosa tarde lo hizo objeto de su adoración y velación constante. La virgen fue determinándose día a día con mayor claridad y en su derredor en pequeños círculos iban apareciendo las estampas de la divina Pasión a medida que la indígena y la tribu con mayor fe y más fervor la veneraban e imploraban sus favores, los que la milagrosa y santa aparecida con largueza y prontitud les iba concedido. Como por aquella época no había templo en a Toledo por no existir aún esta Parroquia la noticia de la aparición y milagros de la Virgen pasó a la avecina población de Labateca y enterado el Rvdo. Padre Alva, cura párroco por entonces de allí del hecho y los prodigios efectuados, hizo trasladar a aquel Templo el milagro lienzo y desde entonces la divina patrona ha sido objeto de su Camarín de la más constantes y fervorosa devoción de los fieles de Labateca, de Toledo y de millares de creyentes devotos de diversas regiones del país y de la vecina República de Venezuela que desde épocas centenarias le han tributado y tributan su profunda veneración su sincero amor y a sus plantas veneradas llegan humildes, agradecidos y contritos a adorarla y a ofrendarle el sacrificio de sus viajes y los sinsabores de la vida como minúscula recompensa a los incontables beneficios por ella, pródigamente dispensados. Como comentario curioso, que no sabemos hasta dónde vaya en lo cierto. Y que tenga de leyenda, insertamos aquí lo que algunos ancianos en tiempo pasado nos relataban: nos decían ellos que cada año por la fecha de su aparición generalmente, se ocultaba a las miradas de los fieles del lienzo sagrado y milagroso, hasta que el párroco hizo trasladar de Toledo a Labateca a la predestinada india Berbesí para que viviera y muriera cerca de la virgen y desde entonces muestra en forma constante como bellamente lo dice el inspirado poeta Pbro. Manuel Grillo, en su castizo romance dedicado a Ella: “más claramente el prodigio de su rostro acongojado de su pecho adolorido”. Erigida la Parroquia de Toledo en el año de 1895 cuando fue terminada y bendecida la que llamó “Capilla de Santo Cristo”, más tarde, por exigencia de varios de los moradores de Labateca quienes temían un deslizamiento del terreno de la población cosa que dicho sea en paréntesis no ha sucedido en cuatro centurias, quizá por la dulce influencia de María ante quien todo lo conserva, fue tomada pronto una copia bastante conforme con el original de la imagen y desde entonces con su divino hijo nos vigila y acompaña. En el año de 1924, si la memoria no nos falla, siendo Cura Párroco de esta el Padre Josué Acosta, de gratísimo recuerdo, pasó a Toledo el Padre Samuel Ramírez, Párroco de Labateca, con el objeto de comprar para aquella parroquia el sitio en donde apareció la Santa Virgen. Pero el señor Josué Tadeo Barreto como personero municipal, acompañado de los señores Moisés Mora, Don Domingo Monsalve, Miguel Coronado, Marco Tulio Barreto, y otros se trasladaron al sitio y en forma tan respetuosa como cuerda se opusieran a la transacción con la señora dueña del enser y gracias a esto el apreciado lote pasó luego a poder del municipio y la parroquia. Hoy creemos es solo de la parroquia y mediante los inapreciables sacrificios y luchas de doña Adela Vargas de Mora, de vieja estirpe, generosa y cristiana y de la ayuda de algunos vecinos, allí se levanta una ermita de regular construcción que nos recuerda el hecho prodigioso y a donde acudimos los toledanos el 6 de enero y otros días del año con el corazón empapado de mística alegría a renovarle la promesa de nuestra devoción y nuestro afecto, curioso es también por decir lo menos el caso de un rozo que hasta hace bien poco existía en el lugar de la aparición y el que a despecho reaparecía con mayor fuerza y frescura y se engalanaba luego con sus rositas nuevas y puras, 

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